Rincón Literario 2003 030107 Yo volveré Alguna vez, hombre o mujer, viajero, después, cuando no viva, aquí buscad, buscadme entre piedra y océano, a la luz procelaria de la espuma. Aquí buscad, buscadme, porque aquí volveré sin decir nada, sin voz, sin boca, puro, aquí volveré a ser el movimiento del agua, de su corazón salvaje, aquí estaré perdido y encontrado: aquí seré tal vez piedra y silencio. Pablo Neruda (de "Las piedras de Chila", 1961) 030128 "Lluvia oblicua" (fragmento) II Se ilumina la iglesia adentro de este día y cada vela que se enciende es más lluvia en el vitral Me alegra oír la lluvia porque es que el templo está encendido y los vitrales vistos de fuera son el sonido de la lluvia oída por dentro. El brillo del altar mayor es que yo casi no pueda ver los montes a través de la lluvia que es oro tan solemne en el paño del altar. Suena el canto del coro, latín y viento me sacuden los vitrales y en el chirrido del agua se oye el hecho de que hay coro. La misa es un automóvil que pasa Por los fieles hincados en que hoy es día triste... Súbito viento sacude en esplendor más grande la fiesta de la catedral y el ruido de la lluvia absorbe todo hasta que sólo se oye la voz del padre agua perdiéndose a lo lejos con el son de ruedas de automóvil. Y se apagan las luces de la iglesia en la lluvia que cesa. Fernando Pessoa (1914) 030121 Baile La Carmen está bailando por las calles de Sevilla. Tiene blancos los cabellos y brillantes las pupilas. ¡Niñas, corred las cortinas! En su cabeza se enrosca una serpiente amarilla, y va soñando en el baile con galanes de otros días. ¡Niñas, corred las cortinas! Las calles están desiertas y en los fondos se adivinan, corazones andaluces buscando viejas espinas. ¡Niñas, corred las cortinas! Federico García Lorca 030204 Vergüenza Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa como la hierba a que bajó el rocío, y desconocerán mi faz gloriosa las altas cañas cuando baje el río. Tengo vergüenza de mi boca triste, de mi voz rota y mis rodillas rudas; ahora que me miraste y que viniste, me encontré pobre y me palpé desnuda. Ninguna piedra en el camino hallaste más desnuda de luz en la alborada que esta mujer a la que levantaste, porque oíste su canto, la mirada. Yo callaré para que no conozcan mi dicha los que pasan por el llano, en el fulgor que da a mi frente tosca y en la tremolación que hay en mi mano... Es noche y baja a la hierba el rocío; mírame largo y habla con ternura, ¡que ya mañana al descender al río lo que besaste llevará hermosura! Gabriela Mistral 030211 Romance sonámbulo A Gloria Giner y a Fernando de los Ríos Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, este trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda. ¿ No veis la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca. Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, ¡Dejadme subir!, dejadme hasta las altas barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua. Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, herían la madrugada. Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña amarga? ¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te esperara, cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe, se mecía la gitana. Verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montaña. Federico García Lorca 030218 Antes, después como los juegos al llanto como la sombra a la columna el perfume dibuja el jazmín el amante precede al amor como la caricia a la mano el amor sobrevive al amante pero inevitablemente aunque no haya huella ni presagio aunque no haya huella ni presagio como la caricia a la mano el perfume dibuja el jazmín el amante precede el amor pero inevitablemente el amor sobrevive al amante como los juegos al llanto como la sombra a la columna como la caricia a la mano aunque no haya huella ni presagio el amante precede al amor el perfume dibuja el jazmín como los juegos al llanto como la sombra a la columna el amor sobrevive al amante pero inevitablemente Julio Cortázar 030225 Memento Cuando yo me muera enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos y la hierbabuena. Cuando yo me muera, enterradme, si queréis, en una veleta. ¡Cuando yo me muera! Federico García Lorca 030304 La poesía Y fue a esa edad... Llegó la poesía a buscarme. No sé, no sé de dónde salió, de invierno o río. No sé cómo ni cuándo, no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio, pero desde una calle me llamaba, desde las ramas de la noche, de pronto entre los otros, entre fuegos violentos o regresando solo, allí estaba sin rostro y me tocaba. Yo no sabía qué decir, mi boca no sabía nombrar, mis ojos eran ciegos, y algo golpeaba en mi alma, fiebre o alas perdidas, y me fui haciendo solo, descifrando aquella quemadura, y escribí la primera línea vaga, vaga, sin cuerpo, pura tontería, pura sabiduría del que no sabe nada, y vi de pronto el cielo desgranado y abierto, planetas, plantaciones palpitantes, la sombra perforada, acribillada por flechas, fuego y flores, la noche arrolladora, el universo. Y yo, mínimo ser, ebrio del gran vacío constelado, a semejanza, a imagen del misterio, me sentí parte pura del abismo, rodé con las estrellas, mi corazón se desató en el viento. Pablo Neruda (de "Memorial de Isla Negra", 1964) 030311 Cautiva Por las ramas indecisas iba una doncella que era la vida. Por las ramas indecisas. Con un espejito reflejaba el día que era un resplandor de su frente limpia. Por las ramas indecisas. Sobre las tinieblas andaba perdida, llorando rocío, del tiempo cautiva. Por las ramas indecisas. Federico García Lorca 030318 * ¿Quién vende la verdad y en qué esquina? ¿Quién la menta para aderezarla? ¿Quién trae a casa a la niña y arregla los jarrones de la sala? ¿Quién interroga los baluartes y sabe el nombre de los navíos? He dividido todo mi estudio en partes y los títulos de los capítulos están vacíos... Mi pobre conocimiento ligero, andas buscando el estandarte elocuente de la filarmónica de un Barreiro* para donde no hay barco ni gente Tapices de ninguna parte, cuadros de cara al muro. Nadie sabe, nadie ordena, no da ni pide ninguno. Ah, corazón epitélico y suave, colcha de crochet del anhelo muerto, dilatación grande del navío que solo existe para no llegar a puerto. Fernando Pessoa (1930) *Arrabal fabril de Lisboa, al otro lado del Tajo. Casi todo el mundo cruza en barco. 030325 Pensión de la calle Maruri Una calle Maruri. Las casas no se miran, no se quieren, sin embargo, están juntas. Muro con muro, pero sus ventanas no ven la calle, no hablan, son silencio. Vuela un papel como una hoja sucia del árbol del invierno. La tarde quema un arrebol. Inquieto el cielo esparce fuego fugitivo. La bruma negra invade los balcones. Abro mi libro. Escribo creyéndome en el hueco de una mina, de un húmedo socavón abandonado. Sé que ahora no hay nadie, en la casa, en la calle, en la ciudad amarga. Soy prisionero con la puerta abierta, con el mundo abierto, soy estudiante triste y perdido en el crepúsculo, y subo hacia la sopa de fideos y bajo hasta la cama y hasta el día siguiente. Pablo Neruda (de "Memorial de Isla Negra", 1964) 030401 Autopsicografía El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que llega a fingir que es dolor el dolor que en verdad siente. Y los que leen lo que escribe del dolor leído sienten, no los dos dolores que él tuvo sino el que ellos no tienen. Y así en los raíles gira divirtiendo a la razón ese trencito de cuerda que se llama corazón. Fernando Pessoa (1930) 030408 Camino Cien jinetes enlutados, ¿dónde irán, por el cielo yacente del naranjal? Ni a Córdoba ni a Sevilla llegarán. Ni a Granada la que suspira por el mar. Esos caballos soñolientos los llevarán, al laberinto de las cruces donde tiembla el cantar. Con siete ayes clavados, ¿dónde irán, los cien jinetes andaluces del naranjal? Federico García Lorca 030415 * A veces parece que despierto y me pregunto por lo que viví; fui claro, fui real, es cierto, ¿pero cómo he llegado hasta aquí? La borrachera a veces da una asombrosa lucidez en que uno está como si fuera otro. Estuve ebrio sin beber, tal vez. De lo cual, si pienso, el mundo ¿no estará quizás hecho de gente llena en el fondo de esta esencia de existir clara y ebriamente? Entiendo como en un carrusel, giro a mi alrededor sin hallarme... (voy a escribir esto en un papel para que no me crea nadie...) Fernando Pessoa (1931) 030422 Sevilla Sevilla es una torre llena de arqueros finos. Sevilla para herir. Córdoba para morir. Una ciudad que acecha largos ritmos, y los enrosca como laberintos. Como tallos de parra encendidos. ¡Sevilla para herir! Bajo el arco del cielo, sobre su llano limpio, dispara la constante saeta de su río. ¡Córdoba para morir! Y loca de horizonte mezcla en su vino, lo amargo de don Juan y lo perfecto de Dionisio. Sevilla para herir. ¡Siempre Sevilla para herir! Federico García Lorca 030429 Océano Cuerpo más puro que una ola, sal que lava la línea, y el ave lúcida volando sin raíces. Pablo Neruda (de "Plenos poderes", 1962) 030506 Romance de la pena negra A José Navarro Pardo Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra. Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas. Soledad, ¿por quién preguntas sin compañía y a estas horas? Pregunte por quien pregunte, dime: ¿a ti qué se te importa? Vengo a buscar lo que busco, mi alegría y mi persona. Soledad de mis pesares, caballo que se desboca, al fin encuentra la mar y se lo tragan las olas. No me recuerdes el mar, que la pena negra, brota en las tierras de aceituna bajo el rumor de las hojas. ¡Soledad, qué pena tienes! ¡Qué pena tan lastimosa! Lloras zumo de limón agrio de espera y de boca. ¡Qué pena tan grande! Corro mi casa como una loca, mis dos trenzas por el suelo, de la cocina a la alcoba. ¡Qué pena! Me estoy poniendo de azabache carne y ropa. ¡Ay, mis camisas de hilo! ¡Ay, mis muslos de amapola! Soledad: lava tu cuerpo con agua de las alondras, y deja tu corazón en paz, Soledad Montoya. Por abajo canta el río: volante de cielo y hojas. Con flores de calabaza, la nueva luz se corona. ¡Oh pena de los gitanos! Pena limpia y siempre sola. ¡Oh pena de cauce oculto y madrugada remota! Federico García Lorca 030513 * Tengo tanto sentimiento que me ocurre persuadirme de que soy sentimental, mas reconozco, al medirme, que son todos pensamientos que no sentí de verdad. Tenemos, los que vivimos, una vida que es vivida y otra vida que es pensada. Y la única que tenemos es la vida dividida entre la verdadera y la errada. Cuál no obstante es verdadera y cuál errada, ninguno nos lo sabría explicar; y vivimos de manera que la vida que uno tiene es la que debe pensar. Fernando Pessoa (1933) 030520 A Don Francisco Giner de los Ríos Como se fue el maestro, la luz de esta mañana me dijo: Van tres días que mi hermano Francisco no trabaja. ¿Murió? . . . Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme un duelo de labores y esperanzas. Sed buenos y no más, sed lo que he sido entre vosotros: alma. Vivid, la vida sigue, los muertos mueren y las sombras pasan; lleva quien deja y vive el que ha vivido. ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas! Y hacia otra luz más pura partió el hermano de la luz del alba, del sol de los talleres, el viejo alegre de la vida santa. . . . Oh, sí, llevad, amigos, su cuerpo a la montaña, a los azules montes del ancho Guadarrama. Allí hay barrancos hondos de pinos verdes donde el viento canta. Su corazón repose bajo una encina casta, en tierra de tomillos, donde juegan mariposas doradas . . . Allí el maestro un día soñaba un nuevo florecer de España. Baeza, 21 febrero 1915 Antonio Machado 030527 * Me dan pena las estrellas. Brillando desde hace tanto, tanto tiempo, tanto. Qué lástima siento de ellas. ¿No habrá quizás un cansancio de las cosas, de todas las cosas, como de las piernas o el brazo? ¿No habrá, en fin, para las cosas que son, no una muerte, pero sí otro género de fin, o una muy grande razón- más o menos algo así como un perdón? Fernando Pessoa (1935) 030603 A Margarita (Xirgu) Si me voy, te quiero más, Si me quedo, igual te quiero. Tu corazón es mi casa y mi corazón tu huerto. Yo tengo cuatro palomas, cuatro palomitas tengo. Mi corazón es tu casa ¡y tu corazón mi huerto! Federico García Lorca 030613 A la muerte de Rubén Darío Si era toda en tu verso la armonía del mundo, ¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar? Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares, corazón asombrado de la música astral, ¿te ha llevado Dionisos de su mano al infierno y con las nuevas rosas triunfante volverás? ¿Te han herido buscando la soñada Florida, la fuente de la eterna juventud, capitán? Que en esta lengua madre la clara historia quede; corazones de todas las Españas, llorad. Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro, esta nueva nos vino atravesando el mar. Pongamos, españoles, en un severo mármol, su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más: Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo, nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan. Antonio Machado 030620 De "El cuidador de rebaños" Pensar incomoda como andar bajo la lluvia cuando arrecia el viento y parece llover más. No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía. Es mi manera de estar solo. Y si deseo a veces, por imaginar, ser corderito (o ser todo el rebaño para andar desperdigado por toda la ladera siendo mucha cosa feliz al mismo tiempo), es sólo porque siento lo que escribo a la puesta del Sol o cuando sobre la luz pasa la mano una nube y corre un silencio por la hierba. Cuando me siento a escribir versos, o, paseando por los caminos o por los atajos, escribo versos en un papel que está en mi pensamiento, siento un cayado en la mano y veo una silueta mía en lo alto de un otero, mirando mis ideas y viendo mi rebaño, y sonriendo vagamente como quien no entiende lo que dice y quiere fingir que entiende. Saludo a los que me leen quitándome el sombrero ancho cuando me ven a mi puerta no bien la diligencia asoma por el otero. Los saludo y les deseo sol, y lluvia cuando lluvia hace falta, y que sus casas tengan junto a una ventana abierta una silla predilecta donde se sienten a leer mis versos. Y que al leer mis versos pienses que soy algo natural -por ejemplo el árbol viejo a la sombra del cual de pequeños se derrumbaban cansados del juego a limpiarse el sudor de la cabeza ardiente con la manga del delantal rayado. Alberto Caeiro (Fernando Pessoa) 030627 Un lucero Hay un lucero quieto, un lucero sin párpados. -¿Donde? - Un lucero... En el agua dormida del estanque Federico Garcia Lorca 030701 Yo voy soñando caminos Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... - la tarde cayendo está-. "En el corazón tenía "la espina de una pasión; "logré arrancármela un día: "ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, "quién te pudiera sentir "en el corazón clavada". Antonio Machado 030709 * Yo no me sé entristecer ni ser alegre de veras. Crean: yo no sé ser. ¿Serán las almas sinceras también así, sin saber? Ah, ante la ficción del alma y la mentirosa emoción, ¡con qué placer me da calma ver que una flor sin razón florece sin corazón! Pero, al fin, no hay diferencia. Florece la flor sin querer, sin querer la gente piensa. Y lo que en ella es florecer, es nuestro tener conciencia. Después, a ella y nosotros, cuando el Hado hace pasar, los dioses mueven las patas y nos vienen a pisar. De acuerdo: mientras no vengan vamos a florecer o a pensar Fernando Pessoa (1931) 030715 (A las poesias completas de Antonio Machado) Dejaría en este libro toda mi alma. Este libro que ha visto conmigo los paisajes y vivido horas santas. ¡Qué pena de los libros que nos llenan las manos de rosas y de estrellas y lentamente pasan! ¡Qué tristeza tan honda es mirar los retablos de dolores y penas que un corazón levanta! Ver pasar los espectros de vidas que se borran, ver al hombre desnudo en Pegaso sin alas, ver la vida y la muerte, la síntesis del mundo, que en espacios profundos se miran y se abrazan. Un libro de poesías es el otoño muerto: los versos son las hojas negras en tierras blancas, y la voz que los lee es el soplo del viento que les hunde en los pechos -entrañables distancias-. El poeta es un árbol con frutos de tristeza y con hojas marchitas de llorar lo que ama. El poeta es el médium de la Naturaleza que explica su grandeza por medio de palabras. El poeta comprende todo lo incomprensible, y a cosas que se odian, él, amigas las llama. Sabe que los senderos son todos imposibles, y por eso de noche va por ellos en calma. En los libros de versos, entre rosas de sangre, van pasando las tristes y eternas caravanas que hicieron al poeta cuando llora en las tardes, rodeado y ceñido por sus propios fantasmas. Poesía es amargura, miel celeste que mana de un panal invisible que fabrican las almas. Poesía es lo imposible hecho posible. Arpa que tiene en vez de cuerdas corazones y llamas. Poesía es la vida que cruzamos con ansia esperando al que lleva sin rumbo nuestra barca. Libros dulces de versos son los astros que pasan por el silencio mudo al reino de la Nada, escribiendo en el cielo sus estrofas de plata. ¡Oh, qué penas tan hondas y nunca remediadas, las voces dolorosas que los poetas cantan! Dejaría en el libro este toda mi alma... Federico Garcia Lorca 030722 La saeta ¿Quién me presta una escalera, para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? Saeta Popular Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía que echa flores al jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar! Antonio Machado 030729 El mar Un solo ser, pero no hay sangre. Una sola caricia, muerte o rosa. Viene el mar y reúne nuestras vidas y solo ataca y se reparte y canta en noche y día y hombre y criatura. La esencia: fuego y frío: movimiento. Pablo Neruda (de "Plenos poderes", 1962) 030805 Proverbios y cantares I Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul, temblar súbitamente y quebrarse Antonio Machado 030812 Proverbios y cantares XXIX Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. Antonio Machado 030819 Proverbios y cantares II ¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar?... Todo el que camina anda, como Jesús, sobre el mar. III A quien nos justifica nuestra desconfianza llamamos enemigo, ladrón de una esperanza. Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía que dio a cascar al diente de la sabiduría. IV Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender. V Ni vale nada el fruto cogido sin sazón... Ni aunque te elogie un bruto ha de tener razón. VI De lo que llaman los hombres virtud, justicia y bondad, una mitad es envidia, y la otra no es caridad. VII Yo he visto garras fieras en las pulidas manos; conozco grajos mélicos y líricos marranos... El más truhán se lleva la mano al corazón, y el bruto más espeso se carga de razón. VIII En preguntar lo que sabes el tiempo no has de perder... Y a preguntas sin respuesta ¿quién te podrá responder? IX El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia, de ingénita malicia y natural astucia, formó la inteligencia y acaparó la tierra. ¡Y aún la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra! X La envidia de la virtud hizo a Caín criminal. ¡Gloria a Caín! Hoy el vicio es lo que se envidia más. Antonio Machado 030826 Proverbios y cantares XI La mano del piadoso nos quita siempre honor; mas nunca ofende al darnos su mano el lidiador. Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente; escudo, espada y maza llevar bajo la frente; porque el valor honrado de todas armas viste: no sólo para, hiere, y más que aguarda, embiste. Que la piqueta arruine y el látigo flagele; la fragua ablande el hierro, la lima pula y gaste, y que el buril burile, y que el cincel cincele, la espada punce y hienda y el gran martillo aplaste. XII ¡Ojos que a la luz se abrieron un día para, después, ciegos tornar a la tierra hartos de mirar sin ver! XIII Es el mejor de los buenos quien sabe que en esta vida todo es cuestión de medida: un poco más, algo menos... XIV Virtud es la alegría que alivia el corazón más grave y desarruga el ceño de Catón. El bueno es el que guarda, cual venta del camino, para el sediento el agua, para el borracho el vino. XV Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos, de arcano mar venimos, a ignota mar iremos... Y entre los dos misterios está el enigma grave; tres arcas cierra una desconocida llave. La luz nada ilumina y el sabio nada enseña. ¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña? XVI El hombre es por natura la bestia paradójica, un animal absurdo que necesita lógica. Creó de nada un mundo y, su obra terminada, "Ya estoy en el secreto -se dijo-, todo es nada." XVII El hombre sólo es rico en hipocresía. En sus diez mil disfraces para engañar confía; y con la doble llave que guarda su mansión para la ajena hace ganzúa de ladrón. XVIII ¡Ah, cuando yo era niño soñaba con los héroes de la Ilíada! Áyax era más fuerte que Diomedes, Héctor, más fuerte que Ayax, y Aquiles el más fuerte; porque era el más fuerte...¡Inocencias de la infancia! ¡Ah, cuando yo era niño soñaba con los héroes de la Ilíada! XIX El casca-nueces-vacías, Colón de cien vanidades, vive de supercherías que vende como verdades. Antonio Machado 030902 Adivinanza de la guitarra En la redonda encrucijada, seis doncellas bailan. Tres de carne y tres de plata. Los sueños de ayer las buscan pero las tiene abrazadas, un Polifemo de oro. ¡La guitarra! Federico García Lorca 030909 El crimen fue en Granada I EL CRIMEN Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas, de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! Muerto cayó Federico. -sangre en la frente y plomo en las entrañas-. ...Que fue en Granada el crimen sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada... Antonio Machado 030916 El crimen fue en Granada II EL POETA Y LA MUERTE Se le vio caminar solo con Ella, sin miedo a su guadaña. Ya el sol en torre y torre; los martillos en yunque - yunque y yunque de las fraguas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. "Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas, y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban... Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, por estos aires de Granada, ¡mi Granada!" Antonio Machado 030923 El crimen fue en Granada III Se le vio caminar.. Labrad, amigos, de piedra y sueño, en el Alhambra, un túmulo al poeta, sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada! Antonio Machado 030930 Retrato Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara , ni un Bradomín he sido -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-, mas recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo -quien habla solo espera hablar a Dios un día-; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la masión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipage, casi desnudo, como los hijos de la mar. Antonio Machado 031007 San Gabriel (Sevilla) A D. Agustín Viñuales I Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente, ronda la desierta calle. Sus zapatos de charol rompen las dalias del aire, con los dos ritmos que cantan breves lutos celestiales. En la ribera del mar no hay palma que se le iguale, ni emperador coronado, ni lucero caminante. Cuando la cabeza inclina sobre su pecho de jaspe, la noche busca llanuras porque quiere arrodillarse. Las guitarras suenan solas para San Gabriel Arcángel, domador de palomillas y enemigo de los sauces. San Gabriel: El niño llora en el vientre de su madre. No olvides que los gitanos te regalaron el traje. Federico García Lorca 031014 San Gabriel (Sevilla) A D. Agustín Viñuales II Anunciación de los Reyes, bien lunada y mal vestida, abre la puerta al lucero que por la calle venía. El Arcángel San Gabriel, entre azucena y sonrisa, biznieto de la Giralda, se acercaba de visita. En su chaleco bordado grillos ocultos palpitan. Las estrellas de la noche se volvieron campanillas. San Gabriel: Aquí me tienes con tres clavos de alegría. Tu fulgor abre jazmines sobre mi cara encendida. Dios te salve, Anunciación. Morena de maravilla. Tendrás un niño más bello que los tallos de la brisa. ¡Ay, San Gabriel de mis ojos! !Gabrielillo de mi vida!, Para sentarte yo sueño un sillón de clavellinas. Dios te salve, Anunciación, bien lunada y mal vestida. Tu niño tendrá en el pecho un lunar y tres heridas. ¡Ay, San Gabriel que reluces! ¡Gabrielillo de mi vidal! En el fondo de mis pechos ya nace la leche tibia. Dios te salve, Anunciación. Madre de cien dinastías. Áridos lucen tus ojos, paisajes de caballista. El niño canta en el seno de Anunciación sorprendida. Tres balas de almendra verde tiemblan en su vocecita. Ya San Gabriel en el aire por una escala subía. Las estrellas de la noche se volvieron siemprevivas. Federico García Lorca 031021 * Se encrespa en la tiniebla el viento con gran ruido de alejar. No hay en mi pensamiento más que no poder parar. Parece que el alma tiene sombras en donde sopla el crecer de una locura que viene del deseo de comprender. Rabia en la tiniebla el viento y no puede liberarse. Preso estoy del pensamiento como el viento está del aire. Fernando Pessoa (1932) 031028 * Casi anónima sonríes y el sol te dora el cabello. ¿Por qué para ser feliz hace falta no saberlo? Fernando Pessoa (1932) 031104 * Basta pensar en sentir para sentir al pensar. Mi corazón hace reír a mi corazón de llorar. Después de parar y andar, después de quedarme e ir, he de ser quien va a llegar y luego quien quiere partir. Fernando Pessoa 031111 Proverbios y Cantares XX ¡Teresa, alma de fuego Juan de la Cruz, espíritu de llama, por aquí hay mucho frío, padres, nuestros corazoncitos de Jesús se apagan! XXI Ayer soñé que veía a Dios y que a Dios hablaba; y soñé que Dios me oía... Después soñé que soñaba. XXII Cosas de hombres y mujeres, los amoríos de ayer, casi los tengo olvidados, si fueron alguna vez. XXIII No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada; yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas. XXIV De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea. XXV Las abejas de las flores sacan miel, y melodía del amor, los ruiseñores: Dante y yo -perdón, señores-, trocamos -perdón, Lucía-, el amor en Teología. XXVI Poned sobre los campos un carbonero, un sabio y un poeta. Veréis cómo el poeta admira y calla, el sabio mira y piensa... Seguramente, el carbonero busca las moras o las setas. Llevadlos al teatro y sólo el carbonero no bosteza. Quien prefiere lo vivo a lo pintado es el hombre que piensa, canta o sueña. El carbonero tiene llena de fantasías la cabeza. XXVII ¿Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad: vanidad de vanidades. XXVIII Todo hombre tiene dos batallas que pelear: en sueños lucha con Dios; y despierto, con el mar. Antonio Machado 031118 Proverbios y Cantares XXX El que espera desespera, dice la voz popular. ¡Qué verdad tan verdadera! La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés. XXXI Corazón, ayer sonoro, ¿ya no suena tu monedilla de oro? Tu alcancía, antes que el tiempo la rompa, ¿se irá quedando vacía? Confiemos en que no será verdad nada de lo que sabemos. XXXII ¡Oh fe del meditabundo! ¡Oh fe después del pensar! Sólo si viene un corazón al mundo rebosa el vaso humano y se hincha el mar. XXXIII Soñé a Dios como una fragua de fuego, que ablanda el hierro, como un forjador de espadas, como un bruñidor de aceros, que iba firmando en las hojas de luz: Libertad. - Imperio. XXXIV Yo amo a Jesús, que nos dijo: Cielo y tierra pasarán. Cuando cielo y tierra pasen mi palabra quedará. ¿Cuál fue, Jesús, tu palabra? ¿Amor? ¿Perdón? ¿Caridad? Todas tus palabras fueron una palabra: Velad. XXXV Hay dos modos de conciencia: una es luz, y otra, paciencia. Una estriba en alumbrar un poquito el hondo mar; otra, en hacer penitencia con caña o red, y esperar el pez, como pescador. Dime tú: ¿Cuál es mejor? ¿Conciencia de visionario que mira en el hondo acuario peces vivos, fugitivos, que no se pueden pescar, o esa maldita faena de ir arrojando a la arena, muertos, los peces del mar? XXXVI Fe empirista. Ni somos ni seremos. Todo nuestro vivir es emprestado. Nada trajimos; nada llevaremos. XXXVII ¿Dices que nada se crea? No te importe, con el barro de la tierra, haz una copa para que beba tu hermano. XXXVIII ¿Dices que nada se crea? Alfarero, a tus cacharros. Haz tu copa y no te importe si no puedes hacer barro. XXXIX Dicen que el ave divina, trocada en pobre gallina, por obra de las tijeras de aquel sabio profesor (fue Kant un esquilador de las aves altaneras; toda su filosofía, un sport de cetrería), dicen que quiere saltar las tapias del corralón, y volar otra vez, hacia Platón. ¡Hurra! ¡Sea! ¡Feliz será quien lo vea! XL Sí, cada uno y todos sobre la tierra iguales: el ómnibus que arrastran dos pencos matalones, por el camino, a tumbos, hacia las estaciones, el ómnibus completo de viajeros banales, y en medio un hombre mudo, hipocondríaco, austero, a quien se cuentan cosas y a quien se ofrece vino... Y allá, cuando se llegue, ¿descenderá un viajero no más? ¿O habránse todos quedado en el camino? Antonio Machado 031125 Proverbios y Cantares XLI Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber; lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed. XLII ¿Dices que nada se pierde? Si esta copa de cristal se me rompe, nunca en ella beberé, nunca jamás. XLIII Dices que nada se pierde y acaso dices verdad, pero todo lo perdemos y todo nos perderá. XLIV Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar. XLV Morir... ¿Caer como gota de mar en el mar inmenso? ¿O ser lo que nunca he sido: uno sin sombra y sin sueño, un solitario que avanza sin camino y sin espejo? XLVI Anoche soñé que oía a Dios, gritándome: ¡Alerta! Luego era Dios quien dormía, y yo gritaba: ¡Despierta! XLVII Cuatro cosas tiene el hombre que no sirven en la mar: ancla, gobernalle y remos, y miedo de naufragar. XLVIII Mirando mi calavera un nuevo Hamlet dirá: He aquí un lindo fósil de una careta de carnaval. XLIX Ya noto, al paso que me torno viejo, que en el inmenso espejo, donde orgulloso me miraba un día, era el azogue lo que yo ponía. Al espejo del fondo de mi casa una mano fatal va rayendo el azogue, y todo pasa por él como la luz por el cristal. L -Nuestro español bosteza. ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío? Doctor, ¿tendrá el estómago vacío? -El vacío es más bien en la cabeza. LI Luz del alma, luz divina, faro, antorcha, estrella, sol... Un hombre a tientas camina; lleva a la espalda un farol. LII Discutiendo están dos mozos si a la fiesta del lugar irán por la carretera o campo traviesa irán. Discutiendo y disputando empiezan a pelear. Ya con las trancas de pino furiosos golpes se dan; ya se tiran de las barbas, ya se las quieren pelar. Ha pasado un carretero, que va cantando un cantar: «Romero, para ir a Roma, lo que importa es caminar; a Roma por todas partes, por todas partes se va. LIII Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Antonio Machado 031202 * Prefiero rosas, amor mío, a la patria, y antes amo las magnolias que la gloria y la virtud. Con tal que la vida no me canse, dejo que la vida por mi pase con tal que no cambie yo. ¿Qué le importa a quien ya nada le importa que uno pierda y otro venza, si la aurora raya siempre, si cada año con la Primavera surgen las hojas y con el Otoño mueren? Y el resto, lo otro que los humanos añaden a la vida, ¿a mi alma qué añade? Nada, salvo el deseo de indiferencia y la confianza muelle en la hora fugitiva. Ricardo Reis (Fernando Pessoa) (1916) 031209 * Si recuerdo al que fui, otro me veo, y el pasado es el presente en el recuerdo. El que fui es alguien que amo aunque solamente en sueños. Y la saudade que me aflije la mente no es de mí ni del pasado visto, sino de aquel a quien habito por detrás de los ojos ciegos. Nada sino el instante me conoce. Hasta mi recuerdo es nada, y siento que el que soy y el que fui son sueños diferentes. Ricardo Reis (Fernando Pessoa) (1930) 031216 * Si a cada cosa que hay un dios compete. ¿Por qué no habrá un dios de mí? ¿Por qué no he de serlo yo? Es en mí que un dios anima pues que siento. Veo claramente el mundo externo: cosas, hombres, sin alma. Ricardo Reis (Fernando Pessoa) (1931) 031223 * Para ser grande, sé entero: nada tuyo exageres ni excluyas. Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres en lo mínimo que hagas. Así en cada lago la luna toda brilla, porque alta vive. Ricardo Reis (Fernando Pessoa) (1933) 031230 Canción ¡Has de hacer un gran ramo con todas tus palabras, hilandera! Con las grandes palabras que llovieron más redondas que frutas en un día sin hiel; con tus grandes palabras caídas como soles hasta el silencio mío... Has de hacer un gran ramo con tus voces, y estarán las pequeñas, las que fueron semillas aventadas por tu cariño de cien manos; y estarán las que ardieron como sal en la llama de tu júbilo, amiga. Con todas tus palabras has de hacer un gran ramo para el amor que ha muerto; para el amor que ha muerto a mediodía, junto a la fuente de los ocho cisnes... Leopoldo Marechal (Octubre de 1927) |