Rincón Literario 2004


6/1/04 Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos y sin sentido,
iguales a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges



13/1/04 La antigua canción

Yo cantara tus ojos en estrofas sutil
porque el arte me ha dado su lira de marfil;
pero al mirar tus ojos de un azul tan profundo,
solo se la cancion mas antigua del mundo...
Yo podría decir el frescor de tu boca
forjando con mis rimas una hiperbole loca;
pero cuando en la fiebre de tus labios me hundo
solo se la cancion mas antigua del mundo...
Es la eterna cancion del eterno embeleso
y acompana sus giros musicales el beso.
Los pajaros la dicen y la flor no la olvida,
porque es simple y es vieja lo mismo que la vida.
Mas ¡ay! entre tus labios,
que sentido profundo
Si cantas la cancion mas antigua del mundo!...

Leopoldo Marechal
(En Plus Ultra, Buenos Aires, ano IX, Nº 98, junio de 1924).




20/1/04 El negro mar

La noche morada sueña sobre el mar;
la voz de los pescadores mojada en el mar;
sale la luna chorreando del mar.
El negro mar.
Por entre la noche un son
desemboca en la bahía;
por entre la noche un son.
Los barcos lo ven pasar,
por entre la noche un son,
encendiendo el agua fría.
Por entre la noche un son,
por entre la noche un son,
por entre la noche un son. . .
El negro mar.
-Ay, mi mulata de oro fino,
ay, mi mulata de oro y plata,
con su amapola y su azahar,
al pie del mar hambriento y masculino,
al pie del mar.

Nicolás Guillen
(1947)



27/1/04 De "El pastor amoroso"

Todos los días despierto con alegría y con pena.
Antes me despertaba sin ninguna sensación; me despertaba.
Tengo alegría y pena porque pierdo lo que sueño
y puedo estar en la realidad en donde está lo que sueño.
No sé qué debo hacer de mis sensaciones.
No sé qué debo ser conmigo a solas.
Quiero que ella me diga algo para despertar de nuevo.

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)
(1930)



3/2/04 De "El pastor amoroso"

Pasé toda la noche sin dormir, viendo, sin espacio, su figura,
y viéndola siempre de maneras diferentes de la que encuentro en ella.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que ella es cuando me habla,
y en cada pensamiento ella varía según su semejanza.
Amar es pensar.
Y sólo de pensar en ella yo casi me olvido de sentir.
No sé bien qué quiero, ni siquiera de ella, y no pienso sino en ella. Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi preferiría que no,
para no tener que dejarla después.
No sé bien qué quiero, ni quiero saber qué quiero. Sólo quiero pensar en ella.

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)
(1930)



10/2/04 De "El pastor amoroso"

El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo los caminos,
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar más deprisa,
y ver menos, pero a la vez disfrutar de ir viendo todo.
Y ella me gusta tanto que no sé cómo desearla.
Mas si la veo tiemblo, no sé qué se ha hecho de lo que siento en su ausencia.
Todo yo soy una fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como un girasol con su cara en el centro.

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)
(1930)



17/2/04 *

Lo que no acerté en la vida
me lo encontraré en la muerte,
porque la vida está dividida
entre quien soy y la suerte.

Las cosas que la Suerte dio
se las llevó ella consigo,
mas las cosas que soy yo
las guardé todas conmigo.

Y es por eso que mis yerros,
bien que mala suerte tuve,
los iré a buscar al cielo
cuando la muerte alce el velo
de la inconsciencia en que estuve.

Fernando Pessoa
(1934)



24/2/04 A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa

Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!

Bartolomé Leonardo de Argensola
(o su hermano Lupercio, ya que no está del todo claro el autor de este soneto)



2/3/04 Soneto V
"Dime, Padre común, pues eres justo,
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la innocencia,
suba la fraude a tribunal augusto?
¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia,
y que el celo, que más las reverencia,
gima a los pies del vencedor injusto?
Vemos que vibran vitoriosas palmas
manos inicas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo."
Esto decía yo, cuando, riendo,
celestial ninfa apareció, y me dijo:
"¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?"

Bartolomé Leonardo de Argensola




9/3/04 Soneto amoroso

Si dios eres, Amor, ¿cuál es tu cielo?
Si señor, ¿de qué renta y de qué estados?
¿Adónde están tus siervos y criados?
¿Dónde tienes tu asiento en este suelo?
Si te disfraza nuestro mortal velo,
¿cuáles son tus desiertos y apartados?
Si rico, ¿do tus bienes vinculados?
¿Cómo te veo desnudo al sol y al yelo?
¿Sabes qué me parece, Amor, de aquesto?
Que el pintarte con alas y vendado,
es que de ti el pintor y el mundo juega.
Y yo también, pues sólo el rostro honesto
de mi Lisis así te ha acobardado,
que pareces, Amor, gallina ciega.

Francisco de Quevedo



16/3/04 Soneto XI

Hermosas ninfas que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en colunas de vidrio sostenidas:
Agora estéis labrando embebecidas,
o tejiendo las telas delicadas;
agora unas con otras apartadas,
contándoos los amores y las vidas;
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis muchos, según ando;
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá de espacio consolarme.

Garcilazo de la Vega



23/3/04 Soneto

Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por do me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si ella quisiere, y aun sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

Garcilazo de la Vega



30/3/04 Soneto de repente

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo y aun sospecho
que voy los trece versos acabando:
contad si son catorce y está hecho.

Lope de Vega



6/4/04 A la noche

Noche, fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras al que en ti su bien conquista
los montes llanos y los mares secos;
habitadora de cerebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora vil, lince sin vista,
espantadiza de tus mismos ecos:
la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta, enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.
Que vele o duerma, media vida es tuya:
si velo, te lo pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.

Lope de Vega



13/4/04 De la brevedad engañosa de la vida

Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,
que presurosa corre, que secreta
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa.
¿Confiésalo Cartago, y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.
Mal te perdonarán a ti las horas;
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.

Luis de Góngora



20/4/04 Soneto

Ilustre y hermosísima María,
mientras se dejan ver a cualquier hora
en tus mejillas la rosada Aurora,
Febo en tus ojos y en tu frente el día,
y mientras con gentil descortesía
mueve el viento la hebra voladora
que la Arabia en sus venas atesora
y el rico Tajo en sus arenas cría;
antes que, de la edad Febo eclipsado
y el claro día vuelto en noche obscura,
huya la Aurora del mortal nublado;
antes que lo que hoy es rubio tesoro
venza a la blanca nieve su blancura:
goza, goza el color, la luz, el oro.

Luis de Góngora



27/4/04 Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla

Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.
Esto oyó un valentón, y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente."
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada

Miguel de Cervantes



4/5/04 A la entrada del duque de Medina en Cádiz

Vimos en julio otra Semana Santa
atestada de ciertas cofradías,
que los soldados llaman compañías,
de quien el vulgo, no el inglés, se espanta.
Hubo de plumas muchedumbre tanta,
que en menos de catorce o quince días
volaron sus pigmeos y Golías,
y cayó su edificio por la planta.
Bramó el becerro, y púsoles en sarta;
tronó la tierra, oscurecióse el cielo,
amenazando una total ruina;
y al cabo, en Cádiz, con mesura harta,
ido ya el conde sin ningún recelo,
triunfando entró el gran duque de Medina.

Miguel de Cervantes



11/5/04 Soneto

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco.
A quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro,
y al que le hace desprecios, enriquezco.
Si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí, ofendido;
y a padecer de todos modos vengo,
pues ambos atormentan mi sentido:
aquéste, con pedir lo que no tengo;
y aquél, con no tener lo que le pido.

Sor Juana Inés de la Cruz




18/5/04 Que contiene una fantasía contenta con amor decente

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Sor Juana Inés de la Cruz




25/5/04 En que satisface un recelo con la retórica del llanto 

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos

Sor Juana Inés de la Cruz




1/6/04 Procura desmentir los elogios que a un retrato de la Poetisa inscribió la verdad, que llama pasión

Este, que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores,
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Sor Juana Ines de la Cruz



8/6/04  1964

I

Ya no es mágico el mundo.
Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines.
Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sientes que acercaba el amor.
Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido nunca,
pero no basta ser valiente para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra

II

Ya no seré feliz.
Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar.
La vida es corta
y aunque las horas son tan largas,
una oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor.
La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina al Sur,
a cierta puerta,
a cierta esquina.

Jorge Luis Borges




15/6/04 *

Cae del cielo ceniciento
lluvia sin razón de ser.
Si hasta por mi pensamiento
veo la lluvia correr.

Tengo una gran tristeza
agregada a la que siento.
Quiero decir mas me pesa
todo lo que a mí me miento.

Porque verdaderamente
no sé si estoy triste o no,
y cae la lluvia lentamente
(porque Verlaine lo consiente)
dentro de mi corazón.

Fernando Pessoa
(1930)




22/6/04 Coplas del Alma que pena por ver a Dios

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero
que muero porque no muero.

I
En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo
éste vivir qué será?
Mil muertes se me hará
pues mi misma vida espero
muriendo porque no muero.

II
Esta vida que yo vivo
es privación de vivir
y assí es contino morir
hasta que viva contigo.
Oye mi Dios lo que digo
que esta vida no la quiero
que muero porque no muero.

III
Estando ausente de ti
qué vida puedo tener
sino muerte padescer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí
pues de suerte persevero
que muero porque no muero.

IV
El pez que del agua sale
aun de alibio no caresce
que en la muerte que padesce
al fin la muerte le vale.
Qué muerte abrá que se yguale
a mi vivir lastimero
pues si más vivo más muero?

V
Quando me pienso alibiar
de verte en el Sacramento
házeme más sentimiento
el no te poder gozar
todo es para más penar
por no verte como quiero
y muero porque no muero.

VI
Y si me gozo Señor
con esperança de verte
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor
viviendo en tanto pabor
y esperando como espero
muérome porque no muero.

VII
Sácame de aquesta muerte
mi Dios y dame la vida
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero
que muero porque no muero.

VIII
Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡O mi Dios!, quándo será
quando yo diga de vero
vivo ya porque no muero?

San Juán de la Cruz



 
29/6/04 Vivo sin vivir en mi

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
Santa Tereza de Jesús
(Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada)(1515-1582)
 



6/7/04 Soneto al Crucificado

No me mueve, mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tu me mueves, Senor; mueveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
mueveme ver tu cuerpo tan herido,
mueveme tus afrentas y tu muerte.
Mueveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera Cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar por que te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera.

Santa Tereza de Jesús
(Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada)(1515-1582)




13/7/04 Cuentan de un sabio que un día

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre si decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.

Pedro Calderón de la Barca
Fragmentos de "La Vida es Sueño"
 



20/7/04 Monologo de Segismundo

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
  Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
  Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?  Un frenesí.
¿Qué es la vida?  Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca
Fragmentos de "La Vida es Sueño"




27/7/04 Soleá del amor indiferente

¿Rencores...? ¿por qué rencores?
no le va a mi señorío
guardarle rencor a un río
que fue regando mis flores.
Tu me diste los mejores
cristales de tu corriente,
y no sería decente
maldecirte por despecho,
si sé que tienes derecho
a dar o negar la fuente.
Debo estarte agradecido
por tu generosidad:
tu me diste por bondad
lo que yo dí por cumplido.
Me brindaste tu latido,
tu boca nunca besada,
tu carne nunca estrenada,
tus ojos siempre empañados
y los potros alocados
de tu amor en llamaradas.
Me diste el beso primero,
que es el que más atosiga,
y me diste la fatiga
de un cariño verdadero.
Me diste luna y estero,
tu corazón sin celaje;
me diste todo el encaje
de tu caricia en mi pelo,
y me regalaste el cielo
en tus ojos sin paisaje.
Por eso, yo, bien nacido
ni te odio ni te aborrezco
al contrario, te agradezco
todo lo que me has querido.
No me importa si te has ido
con tu barca a otro mar,
que yo no te puedo odiar
por esa mala partida,
ya que odiar es, en la vida,
un cierto modo de amar.
Ni te vengas a mi lado
para pedirme perdón
el perdón es la razón
de volver a lo pasado,
y lo pasado.., acabado,
que pasó..., porque pasó.
¡Déjame que viva yo
sin perdón y sin rencores,
porque... por más que me llores
lo nuestro ya se acabó!

Manuel Benítez Carrasco




3/8/04 Soleá del amor desprendido

Y tu bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cichillos;
porque era anillo de barro,
mal tasao y mal vendío,
y porque era flor sin alma
de un Abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.
Tire tu cariño al río,
porque era una planta sucia
dentro de mi huerto limpio.
Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.
Tiré tu cariño al río,
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;
y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonia en mi voz.
Tu fuiste flor de verano,
sol de un beso y luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano
y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.
Pero al hacerlo olvidabas
(tal vez por ingenuidad)
que te dí mis sentimientos,
no por tus merecimientos,
sino por mi voluntad.
Yo no puse en compraventa;
mi corazón entendío;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.
Porque yo soy desprendío;
por eso te dí mi rosa
sin habérmela pedío.
Porque yo soy desprendío;
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.
Por eso te dí mi vela,
te dí el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.
Ya ves si soy desprendío,
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.

Manuel Benítez Carrasco




10/8/04 El lobo estepario (fragmento)
¿Oye usted los bajos? Avanzan como dioses; y deje usted penetrar este capricho del viejo Händel en su inquieto corazón y tranquilizarlo. Escuche usted, hombrecito, por una vez siquiera sin aspavientos ni broma, como detrás del velo en efecto irremediablemtente idiota de este ridículo aparato, pasa majestuosa la lejana figura de esta música divina. Ponga usted atención; algo se puede aprender en ello. Observe cómo esta absurda caja de resonancia hace en apariencia lo más necio, lo más inútil, lo más execrable del mundo y arroja una música cualquiera, tocada en cualquier parte, la arroja necia y crudamente, y al propio tiempo, lastimosamente desfigurada, a sitios inadecuados, y cómo a pesar de todo no puede destruir el alma pristina de esta música, sino únicamente poner de manifiesto en ella la propia técnica torpe y la fiebre de actividad falta de todo espíritu. ¡Escuche usted bien, hombrecito; le hace falta! ¡Ea, atención! Así. Y ahora no sólo oye usted a un Händel oprimido por la radio, que, sin embargo, hasta en esa horrorosa forma de aparición sigue siendo divino; oye usted y ve, carísimo, al propio tiempo una valiosa parábola de la vida entera. Cuando está usted escuchando la radio, oye y vive la lucha eterna entre la idea y el fenómeno, entre la eternidad y el tiempo, entre lo divino y lo humano. Precisamente, amigo, igual que la radio va arrojando a ciegas la música más magnífica del mundo durante diez minutos por los lugares más absurdos, por salones burgueses y por sotabancos, entre abonados que están charlando, comiendo, bostezando o durmiendo, así como despoja a esta música de su belleza sensual, la estropea, la embadurna y la desgarra y, sin embargo, no puede matar por completo su espíritu; exactamente lo mismo actúa la vida la llamada realidad, con el magnífico juego de imágenes ofrece a continuación de Händel una disertación acerca del modo de desfigurar los balances en las empresas industriales al uso, hace de encantadores acordes orquestales un bodrio poco apetecible de sonidos, introduce por todas partes su técnica, su actividad febril, su miserable incultura y su frivolidad entre el pensamiento y la realidad, entre la orquesta y el oído.
Toda la vida es así, hijo, y así tenemos que dejar que sea, y si no somos asnos, nos reímos, además. A personas de su clase no les cuadre criticar la radio ni la vida. Es preferible que aprenda usted antes a escuchar. ¡Aprenda a tomar en serio lo que es digno de que se tome en serio, y ríase de lo demás!
Hermann Hesse


 
17/8/04 El Burro Flautista

Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dió un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
¡Oh!, dijo el borrico,
¡qué bien sé tocar!
¿Y dirán que es mala
la música asnal?
Sin reglas del arte
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad

Tomás de Iriarte
(1750 - 1791)



24/8/04 A una nariz

Erase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sanjón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encardo,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nazón más narizado.
érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.
érase un narcísismo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
Francisco de Quevedo



31/8/04 Poderoso Caballero

Letrilla Satírica

Poderoso caballero
Es don Dinero.
Madre, yo al oro me humillo:
El es mi amante y mi amado
Pues de puro enamorado,
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado..
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es galán y es como un oro,
Tiene quebrado el color,
Persona de gran valor,
Tan cristiano como moro;
Pues que da y quita el decoro
Y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Son sus padres principales
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son reales;
Y pues es quien hace iguales
Al duque y al ganadero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Mas ¿a quien no maravilla
Ver en su gloria sin tasa
Que es lo menos de su casa
Doña Blanca de Castilla?..
Pero pues da al baxo silla
Y al cobarde hace guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
Son siempre tan principales,
Que sin sus escudos reales
No hay escudos de armas dobles;
Y pues a los mismos robles
Da codicia su minero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Por importar en los tratos
Y dar tan buenos consejos,
En las casas de los viejos
Gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
Y ablanda al juez más severo,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Y es tanta su majestad
(Aunque son sus duelos hartos)
Que con haberle hecho cuartos
No pierde su autoridad;
Pero pues da calidad
Al noble y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
A su gusto y afición,
Que a las caras de un doblón
Hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
Desde una bolsa de cuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Más valen en Cualquier tierra,
Mirad si es harto sagaz,
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Y pues al pobre le entierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Francisco de Quevedo



7/9/04 Los Heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo
Peru (1892 - 1938)



14/9/04 Yo soy un hombre sincero

"Cantares"

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez - en la reja,
A la entrada de la viña,-
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: - cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro,- es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La vibora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.
Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto.
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

José Martí



21/9/04 A La Virgen Del Recuerdo

Dulcísimo recuerdo de mi vida,
bendice a los que vamos a partir...
¡Oh, Virgen del Recuerdo dolorida,
recibe tu mi adiós de despedida,
y acuérdate de mi!
Lejos de aquestos tutelares muros,
los compañeros de mi edad feliz,
¿no serán a tu amor jamas perjuros,
conservaran sus corazones puros,
se acordaran de ti?
Más siento de alejarme una agonía,
cual no la suele el corazón sentir...
¿En palabras de niño quien confía?
Temo... no se que temo, Madre mía,
por ellos y por mi.
Dicen que el mundo es un jardín ameno,
y que áspides oculta ese jardín...
Que hay frutos dulces de mortal veneno,
que el mar del mundo esta de escollos lleno...
¿Por que estará así?
Dicen que por el oro y los honores,
hombres sin fe, de corazón ruin,
secan el manantial de sus amores
y a su Dios y a su patria son traidores...
¿Por que serán así?
Dicen que de esta vida los abrojos
quieren trocar en mundanal festín;
que ellos, ellos, motivan tus enojos.
Y que ese llanto de tus dulces ojos
los causan ellos, ¡si!
Ellos, ¡ingratos!, de pesar te llenan...
¿Seré yo también sordo a tu gemir?
¡No! Yo no quiero frutos que envenenan,
no quiero goces que a mi Madre apenan.
¡No quiero ser así!
En los escollos de esta mar bravía
yo no quiero sin gloria sucumbir;
yo no quiero que llores por mi un día,
no quiero que me llores, Madre mía...
¡No quiero ser así!
Y mientras yo responda a tu reclamo,
mientras me juzgue con tu amor feliz,
y ardiendo en este afecto en que me inflamo,
te diga muchas veces que te amo,
¿Te olvidaras de mi?
¡Ah, no, dulce recuerdo de mi vida!
Siempre que luche en peligrosa lid,
siempre que llore por mi alma dolorida,
al recordar mi adiós de despedida,
¿Te acordaras de mi?
Y en retorno de amor y fe sincera
jamas sin tu recuerdo he de vivir.
Tuya será mi lagrima postrera.
Hasta que muera, Madre, hasta que muera,
¡me acordare de ti!
Tu en pago, Madre, cuando llegue el plazo
de alzar el vuelo al celestial confín,
estrechándome a ti con dulce abrazo,
no me apartes jamas de tu regazo.
¡No me apartes de ti!.

Rafael Alarcón




28/9/04 Hombres necios

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿porque queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a loa que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Que humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
el mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual
quejandoos, si os tratan mal,
burlandoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se rescata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.
Dan vuestra amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues, ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juana Inés de la Cruz
(México)



5/10/04 Explico Algunas Cosas

Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio de Madrid,
con campanas, con relojes, con árboles.

Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada la casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios:
era una bella casa con perros y chiquillos.
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones
en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!
Todo eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido de pies y manos
llenaba las calles, metros, litros, esencia
aguda de la vida, pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío
en el cual la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto
la sangre de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta
sale metal ardiendo en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver la sangre por las calles!

Pablo Neruda



12/10/04 Si tú me olvidas

Quiero que sepas una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal,
la rama roja del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Pablo Neruda



19/10/04 Este amoroso tormento
Este amoroso tormento
que en mi corazón se ve,
sé que lo siento y no sé
la causa porque lo siento.
Siento una grave agonía
por lograr un devaneo,
que empieza como deseo
y para en melancolía.
Y cuando con más terneza
mi infeliz estado lloro,
sé que estoy triste e ignoro
la causa de mi tristeza.
Siento un anhelo tirano,
por la ocasión a que aspiro,
y cuando cerca la miro
yo misma aparto la mano.
Porque, si acaso se ofrece,
después de tanto desvelo
la desazona el recelo
o el susto la desvanece.
Y si alguna vez sin susto
consigo tal posesión,
cualquiera leve ocasión
me malogra todo el gusto.
Siento mal del mismo bien
con receloso temor,
y me obliga el mismo amor
tal vez a demostrar desdén.
Cualquier leve ocasión labra
en mi pecho, de manera,
que el que imposibles venciera
se irrita de una palabra.
Con poca causa ofendida,
suelo, en mitad de mi amor,
negar un leve favor
a quien le diera la vida.
Ya sufrida, ya irritada,
con contrarias penas lucho:
que por él sufriré mucho,
y con él sufriré nada.
No sé en qué lógica cabe
el que tal cuestión se pruebe:
que por él lo grande es leve,
y con el lo leve es grave.
Sin bastantes fundamentos
forman mis tristes cuidados,
de conceptos engañados,
un monte de sentimientos;
y cuando a averiguar llego
el agravio porque riño,
es como espanto de niño
que para en burlas y juego.
Y aunque el desengaño toco,
con la misma pena lucho,
de ver que padezco mucho
padeciendo por tan poco.
A vengarse se alabanza
tal vez el alma ofendida;
y después, arrepentida
toma de mí otra venganza.
Y si al desdén satisfago,
es con tan ambiguo error,
que yo pienso que es rigor
y se remata en halago.
Hasta el labio desatento
suele, equívoco, tal vez,
por usar de la altivez
encontrar el rendimiento.
Cuando por soñada culpa
con más enojo me incito,
yo le acrimino el delito
y le busco la disculpa.
No huyo del mal ni busco el bien:
porque, en mi confuso error,
ni me asegura el amor
ni me despecha el desdén.
En mi ciego devaneo,
bien hallada con mi engaño,
solicito el desengaño,
y no encontrarlo deseo.
Si alguno mis quejas oye,
más a decirlas me obliga
porque me las contradiga,
que no porque las apoye.
Porque si con la pasión
algo contra mi amor digo,
es mi mayor enemigo
quien me concede razón.
Y acaso en mi provecho
hallo la razón propicia,
me embaraza la justicia
y ando cediendo el derecho.
Nunca hallo gusto cumplido,
porque, entre alivio y dolor,
hallo culpa en el amor
y disculpa en el olvido.
Esto de mi pena dura
es algo del dolor fiero;
y mucho más no prefiero
porque pasa de locura.
Si acaso me contradigo
en este confuso error,
aquel que tuviere amor
entenderá lo que digo.

Sor Juana Inés de la Cruz
(México)



26/10/04 Junín

Soy, pero soy también el otro, el muerto
el otro de mi sangre y de mi nombre;
soy un vago señor y soy el hombre
que detuvo las lanzas del
desierto.

Vuelvo a Junín donde no estuve nunca,
a tu Junín, abuelo Borges. ¿Me oyes
sombra o ceniza última, o desoyes
en tu sueño de bronce esta voz trunca?

Acaso buscas por mis vanos ojos
el épico Junín de tus soldados,
el árbol que plantaste, los cercados
y en el confín la tribu y los despojos.

Te imagino severo, un poco triste.
Quién me dirá cómo eras y quién fuiste.

Jorge Luis Borges


2/11/04 Para entonces

Quiero morir cuando decline al día,
en altamar y con la cara al cielo;
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz, triste, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona,

Manuel Gutierrez Nájera



9/11/04 Adios

Después de que el destino
me ha hundido en las congojas
del árbol que se muere
crujiendo de dolor,
truncando una por una
las flores y las hojas
que al beso de los cielos
brotaron de mi amor.
Después de que mis ramas
se han roto bajo el peso
de tanta y tanta nieve
cayendo sin cesar,
y que mi ardiente savia
se ha helado con el beso
que el ángel del invierno
me dió al atravesar.
Después... es necesario
que tu tambien te alejes
en pos de otras florestas
y de otro cielo en pos;
que te alces de tu nido,
que te alces y me dejes
sin escuchar mis ruegos
y sin decirme adiós.
Yo estaba solo y triste
cuando la noche te hizo
plegar las blancas alas
para acogerte a mi,
entonces mi ramaje
doliente y enfermizo
brotó sus flores todas
tan solo para ti.
En ellas te hice el nido
risueño en que dormías
de amor y de ventura
temblando en su vaivén,
y en él te hallaban siempre
las noches y los días
feliz con mi cariño
y amándote también...
¡Ah! nunca en mis delirios
creí que fuera eterno
el sol de aquellas horas
de encanto y frenesí;
pero jamás tampoco
que el soplo del invierno
llegara entre tus cantos,
y hallándote tu aquí...
Es fuerza que te alejes...
rompiéndome en astillas;
ya siento entre mis ramas
crujir el huracán,
y heladas y temblando
mis hojas amarillas
se arrancan y vacilan
y vuelan y se van...
Adiós, paloma blanca
que huyendo de la nieve
te vas a otras regiones
y dejas tu árbol fiel;
mañana que termine
mi vida oscura y breve
ya solo tus recuerdos
palpitarán sobre el.
Es fuerza que te alejes
del cántico y del nido
tu sabes bien la historia
paloma que te vas...
El nido es el recuerdo
y el cántico el olvido,
el árbol es el siempre
y el ave es el jamás.
Adiós mientras que puedes
oír bajo este cielo
el último ¡ay! del himno
cantado por los dos...
Te vas y ya levantas
el ímpetu y el vuelo,
te vas y ya me dejas,
¡paloma, adiós, adiós!

Manuel Acuña



16/11/04 En Paz

Muy cerca de mi ocaso,
yo te bendigo, vida
porque nunca me diste
ni esperanza fallida
ni trabajo injusto,
ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino
que si extraje la hiel o la miel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel, o mieles sabrosas.
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno,
mas tu no me dijiste que mayo fuese eterno
halle sin duda largas las noches de mis penas,
mas tu no prometiste tan solo noches buenas.
En cambio tuve algunas
santamente serenas
¡Ame, fui amado, el sol acarició mi faz!
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo
(1870 - 1919)



23/11/04 Deseos

Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide
Yo quisiera ser uno de los lazos
conque decoras tus radiantes sienes;
Yo quisiera, en el cielo de tus brazos,
beber la gloria que en tus labios tienes!...
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte para poder,
como lo sueño a solas, a un mismo tiempo
por doquier besarte.
Yo quisiera ser lino, y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
y morir del placer de comprimirte.
Oh!...Yo quisiera mucho mas!...
Quisiera llevarte en mi, como la nube, al fuego;
mas no, como la nube en su carrera, para estallar
y separarnos luego!...
Yo quisiera en mi mismo confundirte,
Confudirte en mi mismo y entrañarte;
Yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte.
Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos.
Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verter sobre mi vida en calma
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter de lo azul de tu alma.
Aspirarte, mujer...De ti llenarme.
Y en ciego y sordo y mudo constituirme,
y ciego y sordo y mudo consagrarme
al deleite supremo de sentirte
y la dicha suprema de adorarte.

Salvador Diaz Miron



30/11/04 Ojos verdes

Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!
Ojos en que reverbera
la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí
Ojos verdes como el mar!
Ojos cuyo amor anhelo
porque alegran cuanto alcanza,
ojos color de esperanza,
con lejanías de cielo:
ojos que a través del velo
radian bienaventuranza,
mi alma a vosotros se lanza
en alas de la embriaguez,
miradme una solo vez,
ojos ....color de esperanza.
Cese ya vuestro desvío,
ojos que me dais congojas;
ojos con aspecto de hojas
empapadas de rocío.
Húmedo esplendor de río
que por esquivo me enojas.
Luz que la del sol sonrojas
y cuyos toques son besos,
derramate en mí por esos
ojos con aspecto de hojas.

Salvador Diaz Miron
(Mexico)


7/12/04 Anoche cuando dormía...

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nuestra vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Antonio Machado



14/12/04 A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verde le han salido.
  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
  No será, cual los alamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
hunden sus telas grises las arañas.
  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
ardas, de alguna misera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Antonio Machado



21/12/04 Campos de Soria
I
  Es la tierra de Soria, árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbes olorosas
sus diminutas margaritas blancas.
  La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas.
II
  Las tierras labrantías,
como retazos de estameñas pardas,
el huertecillo, el abejar, los trozos
de verde oscuro en que el merino pasta,
entre plomizos peñascales, siembran
el sueño alegra de infantil Arcadia.
En los chopos lejanos del camino,
parecen humear las yertas ramas
como un glauco vapor -las nuevas hojas-
y en las quiebras de valles y barrancas
blanquean los zarzales florecidos,
y brotan las violetas perfumadas.
III
  Es el campo ondulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas,
que el lienzo de oro del ocaso manchan.
Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuídos por montes de violeta,
con las cumbre de nieve sonrosada.

Antonio Machado



28/12/04 Campos de Soria

IV
  ¡Las figuras del campo sobre el cielo!
Dos lentos bueyes aran
en un alcor, cuando el otoño empieza,
y entre las negras testas doblegadas
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño;
y tras la yunta marcha
un hombre que se inclina hacia la tierra,
y una mujer que en las abiertas zanjas
arroja la semilla.
Bajo una nube de carmín y llama,
en el oro fluido y verdinoso
del poniente, las sombras se agigantan.
V
  La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío,
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
-tal el golpe de un hacha sobre un leño-.
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.
VI
  ¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
  ¡Muerta ciudad de señores,
soldados o cazadores;
de portales con escudos
con cien linajes hidalgos,
de glagos flacos y agudos,
y de famélicos galgos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!
  ¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.

Antonio Machado