Otros Rincones

1) Rincon de Sociologia

De "La civilización anglosajona"

El mundo anglosajón, formado por Inglaterra, Estados Unidos, Canadá y Australia, constituye un conjunto coherente, una civilización del todo distinta del mundo latino, el alemán o el ruso...
... la civilización anglosajona debería ser considerada un desarrollo de la civilización cultural cristiano-occidental.
Pero los intelectuales ingleses, en particular Hobbes y Locke, han dado una interpretación diferente de ella. Han dejado de lado, deliberadamente, el elemento utópico y han construido una teoría racionalista y voluntarista del Estado. Este no se forma para realizar valores más altos, sino para garantizar a los ciudadanos vida, paz y prosperidad...

Una civilización define la realidad en sus términos y, para hacerlo, oculta lo que no le sirve. La civilización anglosajona esconde el elemento pasional, emocional, fusional y escatológico del que ha surgido, y a través del cual se regenera...

Los anglosajones no se preguntan por qué los individuos deben sacrificar su interés personal en favor de los valores. Lo dan por descontado y asumen, más o menos implícitamente, que obtengan alguna ventaja por ello...

Civilización anglosajona y mundo continental divergen progresivamente. El primero lo explica todo en términos de utilidad. El segundo sueña con resultados escatológicos y se encamina hacia el totalitarismo.
Por tanto, serán los anglosajones, con su desconfianza, su frialdad y su utilitarismo los que encuentren la solución ganadora: la democracia. Que se alimenta del movimiento, la utopía y el sueño de renovación y de reforma, pero desconfía de la espontaneidad entusiasta y de los jefes carismáticos, del grupo que gobierna sin límites ni frenos. Desconfía de quien no respeta de manera sagrada la constitución. Y pone restricciones y contrapesos.
Por eso, será precisamente la civilización anglosajona la que mantendrá altas las banderas de la democracia en el periodo más oscuro de la historia europea, cuando por doquier dominan dictaduras y totalitarismos.
Con el colapso de la URSS se tiene la "globalización", es decir, la hegemonía de la civilización anglosajona. De ello es expresión la universalidad del idioma inglés, que domina sin oposición en el comercio, la ciencia y las comunicaciones.
La civilización anglosajona impone por doquier su propia manera de sentir y de pensar. Plasma el cine, la música, la pintura, el lenguaje de los ordenadores, la moral y las mismas categorías científicas.
La ciencia, que es la única fe verdaderamente sentida hoy, está totalmente dominada por los anglosajones. Ninguna idea filosófica, física, psicológica o política es considerada científica si no es aprobada y distribuida por su comunidad académica.
Francesco Alberoni
Milán, octubre de 1988



De "El vacío dejado por el comunismo soviético"

La caída del muro de Berlín y del sistema soviético no se ha producido bajo el impulso de un movimiento con grandes ideales. Se ha producido porque la gente había visto en la televisión los bienes de consumo occidentales y había comprendido que bastaba con hacer cien metros para ir a comprarlos...

Los nuevos berlineses no se plantean el problema de la producción y el mercado. No se preguntan cómo han hecho los berlineses del oeste para producir esos bienes que ellos quieren. No conocen el trabajo, la entrega y las apuestas hechas para alcanzar ese bienestar que miran con ojos brillantes. No saben que el bienestar es un producto, piensan que es un don...
No saben, lo han olvidado en los cincuenta años de régimen comunista, que el capitalismo es tensión, invención, competencia, iniciativa, trabajo y riesgo constantes. Y que está sostenido por una ética de las relaciones sociales, el crédito y la responsabilidad...
Francesco Alberoni
Berlín, noviembre de 1990



De "El marxismo ha muerto?"

...El capitalismo, sostienen Marx y Engels, está condenado a la destrucción porque es incapaz de crear solidaridad social, normas sociales y valores que mantengan cimentada la sociedad. Fundado sobre la mera competencia, la lucha del uno contra el otro, el capitalismo, si se lo deja solo, reconstituye la situación del estado natural que vuelve la vida insegura, angustiosa e imprevisible.
Marx he enumerado diversas razones por las que, en un momento dado, el capitalismo habría debido desaparecer: la progresiva caída del porcentaje de beneficios, la concentración capitalista que habría puesto toda la riqueza en las manos de pocas personas, el empobrecimiento progresivo de los trabajadores y el inevitable estallido de la crisis. Pero la verdadera y profunda razón por la que Marx y los marxistas pensaban que el capitalismo no sobreviviría es ésta: no entendían cómo habría podido mantener unida a la sociedad.
Y si el capitalismo hubiera seguido del mismo modo, sin correctivos, habrían tenido toda la razón. Pero el capitalismo tenía correctivos. Por un lado, tenía una ética, como demostrará Max Weber. Pero sobre todo, el capitalismo, al crear desorden, ha puesto en marcha unos movimientos colectivos, sindicales, nacionales y políticos que han reconstituido la solidaridad social que la pura competencia capitalista destruía. Fueron estos movimientos los que reconstituyeron la fidelidad, la confianza recíproca y los ideales, en síntesis, el tejido vivo de la sociedad, que ha permitido que el mecanismo capitalista funcionara.
Francesco Alberoni
Milán, diciembre de 1990



2) Rincon de Filosofia

"El cielo estrellado encima de mi y la ley moral dentro de mi. Son para mi pruebas de que hay un Dios por encima de mi y un Dios dentro de mi"
Immanuel Kant
Cita que se puede leer en su tumba en Könisgberg, Alemania.



De "La rebelión de las masas"
Dondequiera ha surgido el hombre-masa de que este volumen se ocupa, un tipo de hombre hecho de prisa, montado nada más que sobre unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo, es idéntico de un cabo de Europa al otro. A él se debe el triste aspecto de asfixiante monotonía que va tomando la vida en todo el continente. Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas 'internacionales'. Más que un hombre es sólo un caparazón de hombre constituido por meros 'idola fori'; carece de un 'dentro', de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un 'yo' que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que tiene solo derechos y no cree que tiene obligaciones; es el hombre sin la nobleza que obliga -'sine nobilitate'-, "snob"*.
Este universal esnobismo, que tan claramente aparece, por ejemplo, en el obrero actual, ha cegado las almas para comprender que, si bien toda estructura dada de la vida continental tiene que ser trascendida, ha de hacerse esto sin pérdida grave de su interior pluralidad. Como el esnob está vacío de destino propio, como no siente que existe sobre el planeta para hacer algo determinado e incanjeable, es incapaz de entender que hay misiones particulares y especiales mensajes.
José Ortega y Gasset (1937)

* En Inglaterra las listas de vecinos indicaban junto a cada nombre el oficio y rango de la persona. Por eso, junto la nombre de los simples burgueses aparecía la abreviatura 's. nob.'; es decir, sin nobleza. Este es el origen de la palabra 'snob'.



De "La rebelión de las masas"
De estos esfuerzos es el lenguaje quien consigue a veces declarar con mayor aproximación algunas de las cosas que nos pasan dentro. Nada más. Pero de ordinario no usamos estas reservas. Al contrario, cuando el hombre se pone a hablar, lo hace porque creee que va a poder decir cuanto piensa. Pues bien: esto es ilusorio. El lenguaje no da para tanto. Dice, poco más o menos, una parte de lo que pensamos, y pone una valla infranqueable a la transfusión del resto. Sirve bastante bien para enunciados y pruebas matemáticas; ya al hablar de la física empieza a hacerse equívoco e insuficiente. Pero conforme la conversación ocupa de temas más importantes que ésos, más humanos, más 'reales', va aumentando su imprecisión, su torpeza y confusionismo. Dóciles al prejuicio inveterado de que hablando nos entendemos, decimos y escuchamos de buena fe, que acabamos muchas veces por malentendernos mucho más que si, mudos, procurásemos adivinarnos.
José Ortega y Gasset (1937)



3) Varios ("Sobre Buenos Aires", Curiosidades de Buneos Aires", etc.)

Caminito, Quinquela, el Riachuelo, los inmigrantes.
La Boca es uno de esos grandes barrios que invitan a ser recorridos una y otra vez. Por su historia y su belleza es uno de los más pintorescos de Buenos Aires.
Ubicado en el sur de la ciudad, a principios de siglo se convirtió en el lugar de albergue para miles de inmigrantes, en su mayoría italianos, que venían a la Argentina con el sueño de una vida mejor.
Habitaron en los llamados conventillos, grandes casonas de chapas con pequeños cuartos donde las familias comenzaban su trajín en la gran ciudad. Aún muchos de estos pintorescos edificios pueden ser observados por el visitante que recorra sus calles de adoquines y antiguas veredas.
La calle Caminito, lugar típico de la Boca, es un ejemplo de la forma de las viviendas de principios de siglo. Allí se encuentran recreados los viejos conventillos pintados en vivos colores. El paseo peatonal también sirve como centro de exposiciones para muchos artistas como pintores y artesanos que ofrecen sus trabajos a los interesados.
La gastronomía también es muy buena en la zona. Hay restaurantes típicos, especializados en mariscos y algunos muy exclusivos como "Patagonia", un reducto cuyo propietario es el reconocido chef Francis Mallman.
El fútbol es un espectáculo aparte en la Boca. El barrio alberga al club más popular del deporte preferido por los argentinos. El visitante puede recorrer los contornos del estadio, donde podrá apreciar los grandes murales con motivos "futboleros" pintados por el destacado artista plástico Pérez Celis. Y, si se anima a conocer la pasión por la "redonda" algún domingo puede ver un partido de fútbol.
En la Boca también se encuentra el museo "Benito Quinquela Martín" que guarda lo más destacado de la obra de este gran artista que supo registrar como ninguno, el ritmo incesante del puerto y el esfuerzo de los obreros por descargar las mercaderías que allí ingresaban.
Por último se puede nombrar la pequeña rambla del barrio, construida recientemente frente al Riachuelo, desde donde puede observarse viejos barcos abandonados, en un espectáculo cargado de nostalgia.
La Boca es un barrio construido por inmigrantes que supieron formar esta cultura enorme que resguarda Buenos Aires.


San Telmo, un barrio con personalidad.
En sus calles la bohemia asoma a cada paso, mientras la historia de Buenos Aires se muestra en sus viejas casonas y galerías de anticuarios. Así es San Telmo, un barrio típico del sur porteño, que encierra grandes anécdotas sobre los comienzos de esta hermosa ciudad.
San Telmo es uno de los sitios más visitados por el turismo nacional e internacional. Y es también una muy buena opción para el paseante porteño. Podría decirse que su centro neurálgico, o el más conocido, es el que corre por la calle Defensa, entre San Juan e Independencia.
En estas cuatro cuadras, que actualmente están recuperando su viejo empedrado, el visitante podrá ver gran cantidad de casas de antigüedades, marca distintiva del barrio, junto con típicas parrillas y restaurantes para disfrutar de un buen asado.
Los domingos, San Telmo se transforma en un lugar ideal para visitar con la familia. Desde muy temprano, comienzan a armarse los puestos que formarán parte de la feria de antigüedades, que se ubica en la plaza Dorrego, ubicada en Humberto 1° y Defensa. Allí los expositores ofrecen a diversos precios, gran variedad de tesoros del pasado, como cuadros, ropas, artesanías y también discos de vinilo, sifones de vidrio, juguetes y un sinfín de recuerdos.
El paseo puede completarse visitando la vieja iglesia de San Pedro Telmo -en Humberto 1° entre Defensa y Balcarce- el museo de Arte Moderno -San Juan y Defensa- o alguna de sus antiguas galerías, con sus viejos patios y aljibes.
Además a cada paso, el visitante podrá disfrutar de los espectáculos callejeros que se encuentran en diferentes esquinas. Están los bailarines de tango, los imitadores de Carlos Gardel y músicos de diferentes estilos.
Otra buena opción que ofrece San Telmo para visitar un domingo, cualquier día de la semana o un sábado a la noche son sus bares típicos, donde puede disfrutarse de buena cerveza tirada con maní, mientras se disfruta de la música, muchas veces en vivo, que ofrecen grupos de rock o jazz. Están ubicados sobretodo frente a la plaza Dorrego, e incluso muchos de ellos dan la opción de tomar algo en una de las mesas que colocan dentro de la plaza, convirtiéndose en una muy buena oportunidad para disfrutar de una noche cálida o de cielo despejado.
San Telmo ofrece una gran variedad de lugares plagados de recuerdos, arte e historia. Es un barrio típico de Buenos Aires con gran personalidad.


El dirigible Graff Zeppellin sobrevuela Buenos Aires.
El día 30 de junio de 1934 unos de los más grandes dirigibles de la historia sobrevoló nuestra ciudad. Era uno de los orgullos de la aeronavegación alemana y la propaganda del régimen nazi se encargaba de resaltar aún más su ya de por sí majestuosa visita. Había partido de Alemania el día 22 de junio. Luego de pasearse sobre la ciudad aterrizó en Campo de Mayo donde una multitud se congregó para observarlo.


El Torneo de las Naciones: de la contienda en el tablero a la guerra global.
En 1939 se reunió en Buenos Aires la plana mayor del ajedrez mundial para participar del torneo más importante que se había realizado hasta ese momento en el mundo y que se denominó "Torneo de las Naciones". La sede de la competencia fue el hoy ya desaparecido teatro Politeama Argentino de la calle Corrientes que se había inaugurado en el año 1936. Durante el transcurso del torneo estalló la Segunda Guerra Mundial y los representantes de los estados beligerantes no quisieron enfrentarse entre sí. Debido a ello el certamen perdió gran parte de su interés. Al finalizar la competencia algunos de los grandes maestros no pudieron regresar a sus patrias debido a la situación imperante por lo que se radicaron en nuestro país contándose entre ellos a Miguel Najdorf y Gedeón Stalbergh.


La veleta que dió nombre a un barrio.
En el año 1804 un inmigrante genovés Don Nicolás Vila instaló en la esquina de las actuales calles Rivadavia y Emilio Mitre una pulpería. Coronaba la construcción una veleta de latón con la figura de un pequeño caballo. Este comercio con el correr de los años comenzó a ser conocido como "La pulpería del Caballito" y poco a poco se comenzó también a denominar con el nombre de "Caballito" a la toda esa zona. Actualmente en la plaza 1° Junta un mástil tiene en su cima una veleta realizada por el escultor Luis Pertlotti que es copia de la original.


Chicago en Buenos Aires.
En el año 1884 las autoridades municipales decidieron trasladar los mataderos de la ciudad a un punto más alejado del casco céntrico. El 14 de abril de 1889 se colocó la piedra fundamental de los nuevos mataderos. La inauguración de las instalaciones se realizó en 1901. La zona comenzó a denominarse como Nueva Chicago, evocando a la ciudad norteamericana que era en ese momento el centro ganadero más importante del mundo. Finalmente se impuso el nombre de la actividad característica y el barrio pasó a denominarse Mataderos, aunque todavía quedan algunos símbolos de la primitiva denominación como es el nombre de club  representativo de la barriada: "Nueva Chicago".


El rescacielos más alto de América Latina en 1934.
El edificio Kavanagh, construido en 1934 por los arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre fue el edificio más alto de Latinoamérica por aquellos años. Ubicado en la calle Florida 1065 consta de 32 pisos y su estructura de estilo Art Decó recuerda a un barco con su proa apuntando a la estación de trenes de Retiro. Fue el primer edificio para viviendas de Buenos Aires que contó con equipo de aire acondicionado


Cuando el Barrio de la Boca fué una República independiente.
En la actualidad a los simpatizantes del Club Atlético Boca Juniors se los conoce como los "xeneizes". Este apelativo tiene su origen en la gran cantidad de italianos que habitaban en la zona y en especial por el origen genovés de la mayoría de ellos. Esta particularidad dio origen a una situación muy singular. En el año 1882 a partir de una huelga en la que el Estado Nacional intervino para zanjar diferencias entre las partes, se realizó una reunión en la Sociedad Italiana en la que se resolvió que el Estado argentino no tenía derecho a resolver cuestiones que solo competían a italianos y se procedió a constituir la República independiente de La Boca llegándose a redactar un acta en la que se informaba al rey de Italia de esta creación. Acto seguido se izo la bandera genovesa en una plaza cercana. Cuando este suceso llegó a oídos del presidente Julio Roca, éste se dirigió personalmente al lugar, arrió con sus manos la bandera genovesa y convenció a los disidentes para que depusieran su actitud.


Calle Florida: de residencia de la elite a arteria comercial.
En la década del ochenta del siglo pasado la calle Florida era el lugar de residencia de la élite porteña. Las familias más pudientes que habían dejado sus residencias al sur de la Plaza de Mayo luego de la epidemia de fiebre amarilla comenzaron a desplazarse hacia el norte de la ciudad (zona norte de la calle Florida y adyacencias). Hacia 1910 y con el gradual avance de la actividad comercial en la zona la élite desplazó sus moradas a la zona de la actual Plaza San Martín y a la zona que se conoce como Barrio Norte. Florida pasó a ser de lleno una arteria comercial. En 1913 se accedió al pedido de los comerciantes para hacerla exclusivamente peatonal en algunos tramos. Las grandes tiendas comerciales como Gath & Chaves y Harrod's instalaron allí sus vidrieras como así también una serie de confiterías y galerías artísticas y literarias.


Historia de la calle "Anselmo Saenz Valiente", la que fuera calle "Cangallo" y es ahora calle "J. D. Perón".
Anselmo Saenz Valiente, comerciante y funcionario, había nacido en Nieva de Cameros, Obispado de Calahorra, en Logroño (España), el 29 de Septiembre de 1755. Era hijo de Don Francisco Saenz y de doña María Valiente de Tejada.
Muy joven arribó a Buenos Aires donde actuó como auxiliar en la casa de comercio mayorista de Don Juan Martín de Pueyrredon, padre del futuro Director Supremo. En 1781, ocurrió el asesinato a mano de los tupamaros de Don Pedro de Lagrava en Oruro, representante de Pueyrredon en el Alto Perú, y la total destrucción de las mercaderías almacenadas en esa y otras plazas por el pillaje y violencia inaudita de los indígenas.
Pueyrredon (padre) luego de dichos sucesos comisiono a Saenz Valiente, dándole plenos poderes para actuar en el norte, y restablecer las sucursales arrasadas, logrando Don Anselmo obtener éxito en tan ardua tarea por lo que fue ascendido a representante y habilitado de dicha casa comercial. El 12 de Abril de 1790 se casó con la hija de su principal, Juana María de Pueyrredon que contaba 15 años de edad, y de cuyo matrimonio nacieron once hijos: Juan Pablo, José Francisco, Casto, Bernabé, Pedro, Anselmo, Sebastiana, Manuela, Juliana, Clara y María de los Remedios, que constituyeron otros tantos troncos de una numerosísima familia Argentina que ha dado al país relevantes figuras.
Convirtiose en un activo comerciante de esta plaza y algunos de sus asuntos provocaron litigios, como el de una partida de acero que importó en 1798, en que la aduana le cobró avalúos arbitrarios debiendo recurrir al consulado; pudo probar en exceso la infracción cometida por aquella dependencia. Desempeño importantes cargos en nuestra ciudad, y el 31 de Enero de 1797, obtuvo la autorización real para eximirse  de la obligación de ocupar cargos concejiles, franquicia muy importante en aquella época, y de la cual los titulares podían rescindir en su razón de sus negocios.
Fue consiliario de Caminos y Navegación de la Real Junta de Gobierno, en 1803, y alcalde de segundo voto el 1 de Enero de 1806. Cuando se produjo la primera invasión inglesa en ese año, puso de su parte toda la ayuda personal y pecuniaria en defensa de la ciudad de Buenos Aires. Al celebrarse la capitulación, el General Beresford se instaló en la Fortaleza e impuso las condiciones a los vencidos. El 2 de Julio de 1806, Saenz Valiente suscribió dicho documento con el alcalde de primer voto Don Francisco de Lezica.

En homenaje a los relevantes servicios prestados, el cabildo bautizó con su nombre la que fuera calle Cangallo (actualmente J. D. Perón) que conservó el nombre de Anselmo Saenz Valiente hasta 1822. Su firma comercial era altamente apreciada en las plazas de España, Río de Janeiro, y luego de Inglaterra. Mantuvo un fuerte intercambio con Santiago de Chile, Arequipa, Lima, donde correspondía con su tío Antonio Saenz de Tejada. Pero su Gran fortuna debió padecer serios contrastes como consecuencia de la guerra de la independencia, viéndose anulados sus negocios en el alto Perú, y soportó otras contrariedades, entre ellas, las que le ocasionó el hecho de que una de las fragatas se vió forzada a buscar refugio en el puerto de Montevideo, en circunstancias en que esta ciudad era el centro principal de acción En medio de tantas calamidades, que amargaron su vida en ese periodo, tuvo la satisfacción de la colaboración que le prestaron sus hijos, especialmente, Juan Pablo Saenz Valiente formados en su escuela, que le secundaron con eficacia, a pesar de su juventud, y se preparaban para continuar con sus empresas.
Era tanta su influencia que se pensó en él para encabezar el nuevo Gobierno en 1809, que mantuviese la preeminencia Española. Estuvo muy relacionado con el alcalde Alzaga. En carta dirigida a un amigo radicado en Chile se lamentaba de que la Madre Patria tuviese que ser dominada por los Franceses, circunstancia por la que no se sabría la suerte que correríamos¨. Cuando estuvo preso su cuñado Pueyrredon, se interesó por el ante Alzaga, pero sin resultado. En un relato anónimo, refiriéndose a la formación del primer gobierno patrio, del 25 de Mayo de 1810, se señala que él era de  opinión colocar en el a don Martín de Alzaga y Saenz Valiente.
Se lo consideraba hombre honrado, bueno y pacato, donde todo el comercio del alto Perú dependía de él. Creemos que al producirse la revolución de Mayo no se embanderó en ningún bando político, quedándose probablemente a la expectativa. Dedicado a sus negocios, el fallecimiento de su mujer doña Juana, acaecido el 14 de junio de 1812, lo sumió en una congoja de la que no pudo recuperarse. A decir de sus allegados y amigos, falleció de tristeza por la muerte de su esposa, de la que no se pudo sobreponer, el 13 de noviembre de 1815, en su quinta en San Isidro (Prov. de Buenos Aires), a los 60 años de edad. Sus restos recibieron sepultura en la iglesia del convento de Santo Domingo, donde ya reposaban los de su benemérita esposa. En una de las salas del museo de Lujan se exhibe su retrato.


Ser Buenos Aires
Por Daniel Larriqueta (Para La Nación)

Aquí giró la rueda de las guerras entre el imperio español y el imperio portugués durante todo el siglo XVIII. Aquí tuvo su asiento el primer comandante naval del Atlántico Sur, el virrey Juan Joseph de Vértiz, encargado de expulsar a los ingleses de las Malvinas y cerrarles la entrada al Pacífico español. Aquí instaló Carlos III la capital del único reino indiano de cara al Atlántico. Aquí desembarcó lo mejor de la ilustración española y los jóvenes aventureros de la burguesía hispana para construir un polo de poder económico, militar y político, "la capital de un imperio que aun no ha nacido", según André Malraux. Aquí, en Buenos Aires.
En 1805, Buenos Aires le arrancó al virrey Sobremonte su independencia comercial. En 1806, expulsó a los ingleses por sus propios medios. En 1807, los volvió a derrotar y le impuso a la metrópoli un virrey de su elección, Liniers. En 1810, formó su propio gobierno y se puso a la cabeza de las Provincias Unidas, despachando sus ejércitos hasta las orillas del Titicaca, la frontera con el Perú. En 1813, albergó a la Asamblea de los hombres más progresistas del continente para consagrar los derechos humanos, decretar la abolición de las diferencias sociales y la tortura, y disponer la libertad de vientres, camino de la abolición total de la esclavitud. Después reunió sus recursos, sus pertrechos y sus hombres para combatir al Portugal esclavista y conservador hacia el este y sostener la inmensa cruzada de San Martín por el oeste, rumbo a Lima. Buenos Aires se puso a la cabeza de la libertad continental. Y alumbró su rango de ciudad mundial.
A mediados del siglo XIX, Buenos Aires era tan fuerte y tan mandante que de sus opciones políticas dependía el signo de la vida argentina y los países vecinos. Sólo un Ejército Grande de formación internacional pudo derrotar al tirano Rosas, a las puertas mismas de la ciudad, para abrir el período de la vida constitucional y republicana. Ya entonces era notorio que la joven Argentina vivía al pulso de su ciudad mundial, en lo bueno y en lo malo.

Ciudad mundial
Transformada en centro del impulso liberal, la ciudad le impuso a la Confederación Argentina su principales ideas, y las marcas más progresistas de la Constitución de 1853 fueron la moneda de pago de las provincias conservadoras para preservar la unidad con la capital vanguardista y rica. De allí en más, todos los grandes actos de la vida argentina nacerán o morirán en la ciudad faro: en lo político, en lo cultural, en lo económico, en el esbozo del destino.
En Buenos Aires desembarcó el inmenso ejército de nuestros abuelos inmigrantes, y originó la mayor metamorfosis demográfica de América. Y aquí luchó Sarmiento por la educación; la Unión Cívica, por el sufragio, y Pellegrini, por una economía sana; Sáenz Peña e Yrigoyen inauguraron la democracia moderna, y en 1945 la gente marchó para pedir la libertad de Juan Perón.
La Argentina así construida empezó pronto a dar señales de su vitalidad creadora, capaz de expandirse a miles de kilómetros. Las ideas, el cine y los libros de la ciudad recorrieron el continente, y los creadores de otros orígenes encontraron en ella un refugio o un ámbito adecuado de trabajo. A la Universidad de Buenos Aires, a los institutos militares y a los centros de investigación llegaron los jóvenes hispanohablantes de todas partes.
La ciudad engendró, acunó y difundió la única música argentina de jerarquía mundial, el tango. Aquí estudiaron, enseñaron y descubrieron los únicos premios Nobel de ciencias del país y del mundo latinoamericano. En Buenos Aires nació, vivió y creó el más universal de nuestros escritores, Borges, nuestro contemporáneo.
Desde 1996, la ciudad elige a sus gobernantes. Lo hará por segunda vez el próximo 7 de mayo. Y cualquier observador ocasional tendrá razón en esperar que si se asoma a la campaña electoral que está en curso se topará con algunos de estos grandes debates sobre el destino continental, la unidad de la Argentina, el futuro de la ciencia y la educación, la multiplicación de las artes, la hospitalidad a los creadores extranjeros, o nuevas y revolucionarias ideas sobre la política, la sociedad y la economía. Es lo que debe esperarse de una ciudad mundial con semejante pasado.
Me temo que aquel observador se va a desilusionar. Y nosotros mismos, ciudadanos de la dicha ciudad, sentimos una cierta languidez espiritual cuando nos preguntamos por qué y por quién vamos a votar. Tenemos la difusa percepción de que se nos han achicado las ideas públicas y que nada de nuestro pasado o de lo que pueden ser nuestros sueños más queridos tiene que ver con el debate electoral. ¿Nos estamos volviendo una sociedad esquizofrénica, entre una historia gloriosa y una dirigencia pasmada? ¿O somos, simplemente, los herederos lelos, condenados al despilfarro del patrimonio familiar?
La campaña electoral

El tema más recurrente de la campaña es la seguridad, algo indispensable aquí y en el más pequeño pueblo del pais, asunto que nuestros grandes presidentes confiaban a sus jefes de policía, algunos memorables, como Falcón y Pirker. Después vienen los problemas del transporte, ciertos proyectos de obras públicas espectaculares , la demagógica rebaja de impuestos a los contribuyentes más ricos del país -en lugar de usarlos para saltar hacia el progreso- y, finalmente, hasta la caca de los perros. Lo ínfimo: cachetazos sobre si dijo o no dijo, si hizo o no hizo, si contestó o no contestó...
¿Y el alma de Buenos Aires? ¿Los sueños y el destino de la única ciudad mundial de la Argentina y acaso de todo el continente? ¿Los proyectos para mantener encendido y brilloso este faro del Sur del mundo? ¿El mensaje de la gran ciudad a la sociedad argentina que la está mirando desde hace doscientos años? ¿La puerta por donde todos los argentinos logremos entrar al futuro y que sólo puede abrirse en esta ciudad por su historia, su fuerza y su prestigio? O será que esta pobreza del debate político, este pedestrismo de las ideas nos está anunciando que es la Argentina misma la que se ha caído en un cañadón de su destino...
Creo que en los mensajes electorales que estamos recibiendo no somos Buenos Aires. Para sentirnos ser, urge que los candidatos a gobernar la ciudad se aparten de los afeites, las diatribas y la demagogia vecinalista y agucen el oído para escuchar el viejo pulso que late todavía en aquellos versos del Himno que ya no cantamos: "Buenos Aires se pone a la frente/ de los pueblos de la ínclita Unión".
El autor es director del Programa de Políticas de Estado de la UBA.
La Nación Abril 11, 2000